Todo el mundo sabe quien es y en parte, todas alguna vez en nuestra vida hemos querido ser ella. Aunque se trate de un personaje, te llega, te inspira... Carrie Bradshaw tiene frase y opinión para todo porque ella ha pasado por mil situaciones que toda mujer hemos vivido en algún momento de nuestra vida. Da igual las veces que veamos Sexo en Nueva York porque tantas veces la vuelvan a emitir, tantas veces nos sentaremos en nuestro sofá con un helado gigante para reírnos de nuevo de sus aventuras, aunque tengamos los DVD en la estantería. Es de esas cosas que nunca te cansan, como el sexo.
Decirme si alguna vez no habéis soñado con tener un vestidor como el suyo, porque a ella le gusta tener el dinero donde pueda verlo, colgando en su armario. Nos encanta como viste y por mucho que queramos imitarla, es prácticamente imposible. Estilo único y estilismos imposibles son seña de identidad, puede salir un día con un vestidazo de marca a la calle que al día siguiente se calza sus mejores zapatos con su pijama y un buen abrigo de piel. De su armario cuelga lo mejor, lo que muchas mataríamos por vestir en algún momento de nuestras vidas. Calzar unos Jimmy Choo, colgar de nuestro brazo un Hermes o casarnos con un diseño de Vera Wang ¡todo un sueño!.
En el amor, ella no lo intenta una ni dos ni tres veces, lo intenta las necesarias porque busca un amor real, un amor de esos que te hacen pensar que no puedes vivir sin el otro. Es constante, atrevida, segura y decidida, muchas de las cosas que asustan a algunos hombres pero ¿no consiguió ella a Mr. Big?. Quién de nosotras no ha sido dejada, engañada y tantas otras cosas pero bueno, tampoco somos unas santas y a veces somos las malas, aprendimos de ella que también sabe jugar cuando la situación lo requiere.
La cuestión es que los cuentos cambian. De pequeñas, todas queríamos ser princesas y ahora soñamos con ser Carrie Bradshaw y aunque no tenemos una amplia colección de Manolos, un armario tan grande como toda nuestra casa ni vivimos en Nueva York, todas tenemos una Carrie dentro y sino al menos, colgando de nuestro cuello... Yo tengo el mío.
Pero nuestra realidad es muy distinta. Nosotras cambiamos Nueva York por las calles que tanto nos gustan de nuestra ciudad, los manolos por zapatos de Primark, la alta costura por la ropa de nuestro alcance, a Mr. Big por un chico corriente pero que nos quiera y a sus divinas amigas por las nuestras que para nosotras, sin duda son las mejores, aunque no nos inviten de vacaciones pagadas a Abu Dhabi. Nosotras no salimos de cocteles constantemente, ni tenemos trabajos con glamour (al menos el 80% de nosotras), no nos hacen fotos para editoriales, ni salimos en revistas, no escribimos libros y los editamos (algunas si, yo misma lo intento) tampoco escribimos una columna en un periódico pero si escribimos cosas como estas que luego compartimos con el mundo. Sin duda y con orgullo, nosotras somos las carries low-cost pero si cabe, aún más fuertes, más constantes, decididas y seguras pero eso si, no somos tan fáciles y ligeras.
Y es que toda esta reflexión de hoy viene porque he salido a pasear después de terminar mis cosas, he ido a una plaza cercana a mi casa y me he parado a pensar cuando me las he vuelto a encontrar. Allí las he visto de nuevo. Cuatro señoras con bastante edad pero que seguro antes pudieron haber sido como ellas. Sentadas y juntas, cuatro amigas que se reúnen por las tardes para ver la vida pasar. Porque como ella dice nada es para siempre: los sueños cambian, las tendencias van y vienen... Pero la amistad es la única marca que nunca pasa de moda. Qué razón tienes siempre, Carrie.
Con amor,
P.